viernes, 27 de abril de 2012

La crisis y sus consecuencias

Innumerables son las dramáticas consecuencias que la Gran Recesión ha tenido sobre la población mundial, especialmente sobre aquellos individuos que gozan de menos recursos. El aumento del desempleo, el cierre de empresas, el ascenso continuado de los índices de desigualdad y de los conflictos sociales o el terrible incremento de la pobreza, son algunos de los ejemplos que forman parte de una larga lista de consecuencias de la actual crisis y que, según parece, tenderán a agudizarse. Sin embargo, además de éstas últimas, existe otra consecuencia aún más dramática, si cabe, que rara vez puede encontrarse en un medio de comunicación. Estoy hablando del alarmante incremento de la tasa de suicidios, especialmente en Europa.


El único caso de suicidio que recuerdo haber visto en varios medios de comunicación es el del jubilado griego de 77 años, Dimitris Christoulas, que decidió acabar con su vida delante del Parlamento heleno consecuencia de las deudas contraídas y a las cuales no podía hacer frente. Este no es, ni mucho menos, un caso aislado en el viejo continente. Según datos del gobierno griego, de 2007 a 2009 la tasa de suicidio masculina se ha visto incrementada en un 24%. Lo mismo ocurre, aún en mayor medida, en Italia, donde el número de personas que acabaron con su vida por motivos puramente económicos pasó de 123 personas en 2005 a 187 en el año 2010, lo que supone un aumento de alrededor del 52%. Finalmente, expertos estiman que en Irlanda más de 1000 personas intentarán quitarse la vida en 2012.

Varios investigadores han evidenciado una correlación positiva y muy significativa entre las dificultades económicas extremas de los individuos y la tasa de suicidios. Entre ellos, David Stuckler, un sociólogo de la Universidad de Cambridge, quien lideró un estudio que intentaba cuantificar los efectos de la crisis en el número de suicidios, sostiene que la tendencia de reducción de los programas de protección social podría ser uno de los factores determinantes de los incrementos observados en la tasa de suicidio. Stuckler concluye además que, en aquellos países que están sufriendo de una forma más severa las dificultades económicas, se ha observado un mayor incremento de los suicidios: Grecia, Italia o Irlanda.

Según este mismo estudio, entre los más vulnerables a este fenómeno se encuentran los hombres de mediana edad, particularmente aquellos que gozan de escaso o nulo apoyo familiar y no poseen ningún atisbo de protección social por parte del gobierno. Stuckler afirma que, en estos casos, el apoyo de la familiar y de las amistades es una pieza clave.

Debemos tener en cuenta estos datos y actuar en consecuencia. Las tan aclamadas medidas de austeridad están teniendo dramáticas consecuencias sobre la población que en la mayoría de ocasiones intentan justificarse alegando tiempos difíciles. Son tiempos difíciles sí, no seré yo quien lo niegue. Pero cuando están en juego vidas humanas, deberíamos recibir algo más que burdas justificaciones.

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